El Presidente con Xóchitl en el pecado llevó la penitencia

Por: Marisa López Collado

@marisainforma

28 de Diciembre del 2023

El 1 de julio del 2018, treinta millones, ciento diez mil, trescientos veintisiete personas se movieron a las urnas para con un voto emocional, elegir al hoy Presidente Andrés Manuel López Obrador, a partir de esa fecha y como consecuencia de esa histórica cifra, inició el periodo presidencial con mayor poder en la historia reciente de México.

Las elecciones en sus resultados, reflejan una radiografía del sentir social y el incremento en la participación electoral que movilizada por la esperanza que el entonces candidato de izquierda representaba, emitió el voto parejo – voto en cascada – por el partido guinda. Así inició un sexenio en donde Andrés Manuel dominaba todo. A la historia pasarán los días en donde el Presidente amanecía atrás de su poderoso micrófono instruyendo las reglas del juego nacional y marcando a través de sus palabras, quien sería el héroe o villano de la semana.

La oposición, que en todo sexenio tiene el deber de ejercer un contrapeso hacia el partido en el poder, permaneció estática, atestiguando con discursos y sin acciones como el país se movía al son que el Presidente cantaba. La tibieza del bando opositor, le daba automáticamente la cancha libre al oficialismo para dominar la agenda, la narrativas y por ende, las encuestas e intención de voto.

Pero el Presidente López Obrador en el pecado llevó la penitencia. Porque en el mismo espacio que durante 5 años le permitió mantener un discurso que alimentaba a su electorado para así sostener en las encuestas su aprobación, fue en donde con el discurso divisorio que caracteriza sus mañaneras, catapultó a quién se conoce ya como “el fenómeno Xóchitl”.

Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz llegó a mover todo el tablero del juego electoral.

La oposición hasta antes del destape de la Senadora, no contaba con un perfil que emocionara ni siquiera al antiobradorismo que naturalmente existe en el país.

La personalidad de Xóchitl, encaja de manera natural con el perfil de candidato idóneo que el Presidente ha construido en su narrativa por 5 años; de origen indígena y manteniéndose a fin a su arraigo en su paso por la política. Su “aspiracionismo” que la llevó de su natal Tepatepec Hidalgo para que a través de su paso por la UNAM llegará a ser una exitosa empresaria convence también a la oposición. Y su capacidad de respuesta tan inmediata ha logrado por momentos lo que se creía imposible; ser ella quien le marque la agenda al Presidente.

De resultar Xóchitl la candidata del Frente Opositor, la oposición tendría por primera vez la esperanza de ser competitivos en la elección del 2024. De ocurrir esto y si Movimiento Ciudadano toma decisiones pensando en el país y no en los intereses de las franquicias partidarias, el declive del poder absoluto que obtuvo el Presidente y sus afines el 1 de julio del 2018, podría ser por primera vez una opción real.


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